If i told you things i did before,
told you how i used to be,
would you go along with someone like me?
If you knew my story word for word,
had all of my history,
would you go along with someone like me?
Luego de un retiro tan largo como yo, regresamos para alegrarles el día (y si se dejan y son chicas, la noche) con el amplio material acumulado en una vida de observación, análisis científico y desayunos con avenita y leche.
Supongo que varios de ustedes, oh queridos y abnegados lectores, se preguntarán por que retiré de circulación mis enseñanzas tan demandadas por el público intelectual y de buen gusto que frecuentaba estos lares –y si no se lo preguntaban, igual se la tragan, que en algún lado debo contar mis penas-, y bueno, fue una acumulación de factores la que me mantuvo fuera de circulación, pero en resumidas cuentas, no tenía de que quejarme.
La vida es impredecible y bueno, para alegría de unos, tristeza de otros y valemadrismo de casi todos, he regresado por que la felicidad me es esquiva por naturaleza, lo amargado no se me quita, la que casi casi casi casi era mi novia resultó miedosa (¡AAAH TE MALDIGO MUJER! >_< ) y el mundial me tenía hasta las bolas.
Así las cosas, me encuentro en el mejor momento para vomitar aquí toda la guarrada que hace las delicias de ustedes, mis queridos lectores. Es tiempo de regresar al porno de brasileñas transexuales, retomar la cacería del pinche pitufo negro de dos metros y promocionar la matanza de diputados antes de que el narco se los acabe todos y no deje nada para nosotros.
Hoy toca un tema muy interesante que me extraña que nadie haya analizado antes, pero bien lo decía mi padre: “el sentido común es el menos común de los sentidos”. Una manera sutil de decir que la gente es tarada, y la existencia de Televisa y TV Azteca lo confirma, pero bueno, regresemos al punto.
Estudiando al segundo mayor misterio del universo (la mujer), he tenido que realizar mucha investigación de campo (es un buen pretexto para ver fotos en Facebook de chicas posando en bikini y ropa interior), y hay una cuestión que se repite y me parece muy interesante: la maligna influencia de Disney en el pensamiento colectivo femenino.
Seguramente ustedes, mis queridos lectores, habrán escuchado la repetitiva e infundada queja que de tiempo en tiempo escupen las insatisfechas féminas (pero ¿que mujer no esta insatisfecha de algo todo el tiempo?) que no encuentran a un hombre a la altura de sus expectativas: ya no hay caballeros ni príncipes.
Tras años de tremenda discusión en mesas redondas, congresos, simposios y una que otra pulcata, he llegado a la conclusión de que la culpa de semejante necedad la tiene Walt Disney, y en particular su abominable visión de las princesas de los cuentos. Si señores: las inefables princesas Disney.
La existencia de estos perturbadores seres es la causante de que la población femenina (no toda afortunadamente) se haya creído con el derecho de reclamar un “príncipe azul” para “vivir por siempre felices”. No mamen.
No habría demasiado problema en semenjante declaración, si no fuera por que, como buenas mujeres, sólo ven el lado de la moneda que les conviene. Pues yo digo: no más.
Aprovechando que traigo abundante mala leche acumulada, y como un servicio patrocinado por el Partido Único de Trabajadores Autónomos Socialistas, ahí les va, masajeadita, algo manoseada pero muy llenadora, la nueva LISTA DE MAYA CON LAS VERDADERAS RAZONES POR LAS QUE YA NO HAY PRINCIPES AZULES. Además, los hombres de verdad vestimos de negro. He dicho.
1.- Las princesas tienen cuerpos de súper modelos (están re buenas)
2.- A excepción de Pocahontas (que también estaba re patona =P ) , Mulan (las asiáticas son re perversas) y la chica negra del sapo, todas son de corte europeo. Difícil de encontrar en la Bondojo y sus alrededores.
3.- Casi todas eran menores de edad: la sirenita 16, Blanca Nieves 14, Aurora 16… Y se casaron antes de los 18 años O_o
4.- Capacidad de comunicarse con mamíferos, aves, peces y moluscos.
5.- Empatía natural, o en pocas palabras, no eran mamonas.
6.- Tolerancia a que su elegido resuelva sus problemas a punta de madrazos: espadas, mosquetes, cohetes, estacas, cimitarras o garras filosas y peludas.
7.- No se fijan sólo en el físico o las posesiones materiales: la bestia era peluda, Aladino era un arrastrado, John Smith era pobre y apestoso (nunca supe de un conquistador rico ni de un colonizador que se bañara diario, y menos si es europeo), Li Shang era chino (traducción: pito chico) y el príncipe azul tenía una cara de gay que no se la aguantaba.
8.- Todas están maquilladas, peinadas, lindas y sonrientes todo el día, no importando si se acaban de levantar, viven bajo el mar o están muertas en medio del bosque.
9.- Tolerancia a la frustración: que más da si eran chachas explotadas, hacinadas en un cuartucho con 7 enanos apestosos, mineros y jariosos (¿por que creen que iban tan felices a picar piedra los hideputas?), si olían a pescado (vivir en el mar no da aroma a rosas precisamente), o si un ermitaño jorobado y más feo que Elba Ester en tanga te quiere hechar al plato: ellas siempre tan alegres y sonrientes.
10.- Casi todas tenían dotes substanciosas, o si eran pobres, de menos se caían de sabrosas.
11.- Cantan de pocamadre.
12.- No tienen madre (jajajajaja), o lo que es lo mismo: no hay suegra.
13.- Por que el el fondo, se ve que todas son bieeeeeen perversotas.
Pues bien querido público, sólo me resta decir que ser noble no es ni remotamente tan divertido como pertenecer al vulgo, o como dice el refrán: “juego de manos, es de villanos, y juego de colas, es de nalgonas”.